Padre Alejandro María: un apóstol del siglo XX entregado sin cansancio ni fisuras a la edificación de la Iglesia.
«Al aire de Briviesca»
A cuarenta Kilómetros de Burgos, siguiendo la carretera de Francia, hay un pueblo encantador. Tras coronar el alto de la Brújula, se abre a la vista una de las comarcas más hermosas de Burgos: la Bureba. Y en el centro, cubierta de arte y de historia, se asienta Briviesca. Blasones de piedra en las fachadas denuncian su pasado de rancios linajes históricos. Este es el pueblo, y allí tendremos que trasladarnos si queremos conocer el lugar donde nació el protagonista de esta historia, don Alejandro Moreno García.
Briviesca, al noroeste de la provincia de Burgos, es cabecera comarcal y centro natural de la Bureba. Lugar privilegiado, de clima benigno, protegido por los montes de Oca a un lado y por los montes Obarenes al otro, está regada por el río Oca, de márgenes frondosos, de abundantes pastos y frescas arboledas, antes de entregar sus aguas al Ebro.
Nuestro protagonista, ya de mayor, describirá a su pueblo con una ristra de elogios, todos verdaderos, llamativos y cariñosos. La cuarteta que sigue es parte de su “Histórico Drama Familiar”, del que luego hablaremos más por extenso
En una linda ciudad,
Pulcra, atrayente, risueña,
Histórica, lunajuda,
Que es la ciudad de Briviesca…
La religiosidad de las gentes de la Bureba siempre fue proverbial y todavía quedan rescoldos de aquel fuego. De este pasado religioso hablan todavía los monumentos que, en Briviesca, se siguen enseñando a los visitantes: la colegiata de Santa María… la Iglesia de san Martín… el convento de santa Clara… Por más que, en la España de fin de siglo, cuando nace nuestro personaje, empieza a cundir la indiferencia religiosa.
Cuando nace el Padre Alejandro está agonizando el siglo diecinueve, con todas las secuelas del “Desastre” del 98. La pérdida de las colonias de ultramar va a dejar una amarga herida en las gentes de España que tardará muchos años en cicatrizar.
Los soldados mutilados que han regresado de Cuba (los que han podido regresar) son una estampa patética y un amargo recordatorio de que, en las Antillas se perdió algo más que unas hermosas islas.
Y en esas circunstancias nacionales, un tanto dislocadas, de pobreza social, de humillación política y desidia religiosa viene al mundo nuestro personaje. Afortunadamente, el hogar donde ha nacido Alejandro, no es un producto del ambiente retratado.
Continuará…