Padre Alejandro María: será un santo, fundador de monjas…
Dos partidas.
De sus primeros pasos en la tierra nos dan fe dos documentos: la partida de nacimiento y la de bautismo. La primera está firmada por el Juez de Paz de Briviesca, en el libro 30, al folio 111, nº 109 de la Sección primera del Registro Civil de aquella ciudad. Da cuenta de que un niño llamado Alejandro, hijo de Froilan Moreno y de Juana García, nació el 21 de septiembre de 1899.
La certificación literal del bautismo cuenta algunas cosas más. Por ejemplo: que fue bautizado, a los dos días de haber nacido, por Antonio González Alonso, cura propio de Qintanillabón, con permiso del párroco de Briviesca; que la criatura nació a la una de la mañana; que sus padrinos fueron Lorenzo Moreno, de Berzosa de Bureba y Feliciana Martínez, de Zuñeda; que le dieron por patronos a san Pedro Apóstol y a San Mateo; que presenciaron el bautizo Manuel Villanueva y Ponciano Martínez, los cuales firmaron el acta como testigos. Todo ello consta al folio 183 vto. del libro 19 de Bautizados de la parroquia de Santa María la Mayor, de Briviesca.
Cuenta además esta certificación, en una nota marginal, un dato importante: que recibió el sagrado orden del Subdiaconado en Burgos, el uno de abril de 1.992 (El Subdiaconado, aunque ahora está suprimido por la reforma litúrgica del Vaticano II, era en los tiempos referidos un paso muy importante y como la entrada en la clerecía).
No hay nota marginal alguna sobre el Presbiterado, ni sobre la Confirmación, aunque se sabe que recibió ambos sacramentos.
Un hogar feliz.
Al comenzar el otoño, las viejas de Briviesca buscan el sol. Y, en el corro de las ancianas del pueblo, se enciende el interrogante que preocupa a las clientes de la solanera, cada vez que es alumbrada una criatura nueva…
Ve la luz del mundo un niño;
¿Qué suerte es la que le espera…?
No había ninguna vidente, con su bola de cristal, en aquel cantón burebano pero, si la hubiera habido, se habría llenado todo el pueblo de alegría…
– Será un santo, fundador de monjas…
– Así lo quiera Dios; amén.
El corro de la solana, todo enlutado y con la viudez atada a la barbilla, sabía que aquel niño, por el momento, era la alegría de Froilán y de Juana, un matrimonio de
Fieles cristianos que tienen el alma llena de alegría…
Será el mismo recién nacido, cuando cumpla 66 años, quien lo diga en el romancillo antes mencionado…
¡Cuán feliz es este hogar!
¡Un paraíso en la tierra…!
Y el pequeño Alejandrito
brilla en él, como una estrella.
Continuará…