“El menor movimiento de amor a Dios es más útil a la Iglesia que todas las obras juntas” (san Juan de la Cruz)
“En un abrir y cerrar de ojos”
Está muriendo un santo en Albacete…
Todavía suena, a lo lejos, el ruido de las piquetas.
La Casa de formación no se encuentra terminada del todo. En una sencilla habitación del primer piso, que hace de enfermería, decorada con un crucifijo, una imagen de la Presentación de María Niña en el Templo y pocas cosas más, postrado y sin habla, yace un enfermo terminal a punto de cumplir 68 años. No llegará a cumplirlos por dos meses. El cáncer que le corroe las entrañas le ha dejado sin fuerzas, exánime, mudo, aparentemente inútil.
Es el fundador de las Hermanas Presentacionistas D. Alejandro Moreno García. Y únicamente el brillo vivo e intenso de su mirada hace creer a la M. María Alemany que aún sigue vivo. Y que su latido sigue siendo de gran utilidad en la Iglesia de Dios y en la Institución que ella preside, como Superiora General. Seguramente la Madre María recuerda, en estos instantes, la frase de san Juan de la Cruz, citada por el fundador en alguna de sus pláticas espirituales: “El menor movimiento de amor a Dios es más útil a la Iglesia que todas las obras juntas”
Y este hombre, menudo y de aspecto acabado, está cumpliendo ahora el acto máximo del amor cristiano: entregar su vida…
Él sigue vivo, aunque esto será ya por pocos días. Recibidos con fervor el Viático y la Unción de Enfermos, que le acaba de administrar su confesor, don Narciso Baguña, hecho su testamento espiritual y también el material, y dadas las últimas recomendaciones a las Hermanas, solo le queda esperar la muerte en paz.
El 22 de julio de aquel año de 1967, de madrugada, empeora sensiblemente su estado, que ya no era nada bueno desde meses atrás. Y el corredor de fondo está en los últimos metros del maratón. “Ha hecho una buena carrera, ha luchado con toda bravura, ha conservado ilusionadamente su fe” (2 Tm 4,6); y por todo ello da gracias a Dios y a María.
En estos momentos está muriendo un santo en Albacete.
A las tres de la tarde su carrera ha terminado y está a punto de subir al podio de los campeones. Y en unas décimas de segundo, como un escalador que desde el último pico se vuelve para ver el recorrido efectuado, “en lo que dura un relámpago” (Mt 24,27), “en un abrir y cerrar de ojos” (1 Co 15,52), el P. Alejandro recorre, sobre alas de ángeles vertiginosos, la completa trayectoria de su vida…
Porque esta historia y esta vida que ahora se cierra gloriosa en Albacete, comenzó hace cien años… Exactamente en la hora primera de 21 de septiembre de 1899.
Continuará…