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No pocas plumas escriben ya acerca de la Eucaristía. Pero mi pluma, inquieta y desasosegada, movida por ansias de santificar almas y santificarse a sí misma escribiendo sobre la Eucaristía, no puede permanecer inactiva.

El tema que se propone estudiar la revista PRAESENTATA y que no cede en importancia al de la Presentación de María y al de la Parroquia, con los que está íntimamente enlazado, es el de la Eucaristía y la Reparación Eucarística.

¡Eucaristía!… ¡Eucaristía!… ¿Quién negará que este tema debiera absorber toda la atención de los mortales? ¿Y que debiéramos pasar los años de nuestra peregrinación por este mundo, abismados en la contemplación y adoración del Misterio Eucarístico?

¿Qué hay en el mundo más digno de interés, respeto y veneración que la Eucaristía? ¿Qué cosa hay en la Iglesia más alta ni sagrada que la Santísima Eucaristía? Santos son los siete Sacramentos instituidos por Jesucristo. No obstante, el Sacramento de la Eucaristía es el más santo de todos; ¡el Santísimo Sacramento!

No pocas plumas escriben ya acerca de la Eucaristía. Pero mi pluma, inquieta y desasosegada, movida por ansias de santificar almas y santificarse a sí misma escribiendo sobre la Eucaristía, no puede permanecer inactiva.

¡Quien me diera escribir con fuego ardiente y vivo, y no con tinta muerta y fría! ¡Quien me diera que la tinta, al fluir de la pluma y extenderse sobre el papel, se fuese convirtiendo en fuego de eucarísticos amores, a fin de que en él se abrasasen las páginas y cuantos las leen y tocan!

Más no será esto imposible si la pluma se lleva al Sagrario, horno ardiente de caridad, donde quedará caldeada y enrojecida en el fuego del divino Amor. No será esto imposible si la pluma se introduce en el Corazón Eucarístico de Jesús y en El se toma la roja y encendida tinta de su Sangre Sacratísima

Escribid, plumas eucarísticas todas, escribid sin descanso, que todas juntas no seréis capaces de contar y cantar las maravillas de la Eucaristía.

Escribe, tú, pluma mía escribe activamente, infatigablemente, enardecidamente, escribe y engrandece y elogia el más estupendo Milagro, que es la Eucaristía, compendio de milagros.

Y mientras escribes, vuela a menudo, en alas de tu fe y amor al Sagrario; y toma de allí el fuego que, al correr sobre el papel, ha de salir de tu boca, de tus puntos.

Pluma mía, déjate manejar de Jesús Sacramentado. Sé instrumento dócil en sus divinas manos. Deja que Jesús Sacramentado te  inyecte su ardoroso fuego; que El escriba  por tu medio acerca del sublime Misterio Eucarístico.

¡La Eucaristía y la Reparación eucarística! He aquí, pluma querida, tu cometido; he aquí el tema que se te ha encomendado. Tu deber es llamar la atención insistentemente sobre la Institución de la adorable Eucaristía y la urgente necesidad de reparar la mala correspondencia de los hombres, a la infinitud, ternuras y finezas del Amor de Jesús Sacramentado.

¡Oh, mi pluma eucarístico-reparadora!, enorgullécete de la nobilísima misión que te han confiado; pero a la vez apesadúmbrate por la gran responsabilidad que sobre ti gravita.

Jesús Sacramentado te dice aquello que en otro tiempo dijera Dios al profeta Isaías (58,1): “Clama, no ceses; haz resonar tu voz como una trompeta, y declara a mi pueblo sus maldades, y a la casa de Jacob sus pecados”. Pluma eucarístico-reparadora, escribe y no ceses de escribir, clama y no ceses de clamar; sé pluma y trompeta a un tiempo, y declara a mi pueblo cristiano sus maldades, échale en cara sus pecados de indiferencia e ingratitud para con la Eucaristía. Así te habla Jesús Sacramentado, pluma mía. Escribe, pues, del Amor sin límites de Jesús-Eucaristía; escribe y repara la frialdad y mala correspondencia de las almas a Jesús-Eucaristía.

Suscita y mueve otras plumas eucarístico-reparadoras. Despierta a muchas almas que están dormidas, y a las que Jesús destina a ser eucarísticas y reparadoras. Grítales como el Apóstol San Pablo a los romanos: “¡Hora es ya de despertar del sueño!” (13,11).

Mi pluma amada, Jesús-Eucaristía espera mucho de ti. Impaciente aguarda tus páginas de fuego eucarístico. No defraudes sus esperanzas. Sé osada en tus elogios al Santísimo Sacramento. Así te lo exige la Iglesia, que te dice:

“Alábale cuando puedas,

pues, por mucho que te excedas,

todo es poco en su loor”

 

Revista PRESENTADA POR: Pbro. Alejandro María Moreno García