Este es su testamento, el regalo que nos dejó como consejo nuestro Padre Fundador, poco antes de ir a gozar de Dios. Para nosotras es un precioso programa de vida que nos invita a entregarnos, sin cansarnos nunca: todo por Jesús, todo por María.
V. J.+ V. M.
En el nombre de la Stma. Trinidad, y en los nombres benditos de Jesús y María, el 31 de Marzo de mil novecientos sesenta y siete, redacto el siguiente testamento espiritual.
Yo Alejandro María Moreno García, hijo de Froilán y Juana, nacido en l~Briviesca, provincia de Burgos, el 21 de Setiembre de l899 ordenado sacerdote el 17 de Marzo de 1923, hago declaración de mis pensamientos y deseos a punto de ser sometido a operación quirúrgica, queriendo disponerme a bien morir por el riesgo que en la misma pudiera haber.
Doy gracias a Dios rendidas, por haberme creado y llamado a la vida cristiana y concedido unos Padres, una familia, y unos educadores cristianos. Me confieso católico e hijo fiel de la iglesia católica, en cuyo seno maternal deseo morir y cuyas enseñanzas prometí seguir hasta el fin, así como devoto del Papa, Jefe Supremo de la Iglesia católica y legítimo Vicario de CRISTO, cuya primacía e infalibilidad en la iglesia universal admito.
Me siento altamente honrado y satisfecho de haber elegido libremente el estado sacerdotal, a cuya elevada dignidad, sin méritos algunos míos, me llamó el Señor, por Jesús y María. A pesar de “mis innumerables pecados, ofensas y negligencias”, me considero feliz por haberme mantenido cuarenta y cuatro años en el SACERDOCIO católico, el cual estimo sobre cualquier estado, bienes y grandezas, terrenas y humanas.
Me hallo contentísimo, como el primer, de haber iniciado la Institución de las Religiosas Presentacionistas Parroquiales Adoradoras para gloria de Dios, honra de María Presentada, adoración a Jesús Eucaristía, servicio de los templos, auxilio de los sacerdotes y parroquias, utilidad de la iglesia y bien de las almas; si bien experimento el dolor de no haber encontrado, en los veinticuatro años de la Institución, la correspondencia y ayuda debida, ni siquiera de los sacerdotes y obispos, hasta el punto de poder afirmar que esta Institución, surgida a favor de los sacerdotes, a los que considera como suyos, “vino a los y los suyos no la recibieron” salvo contadas excepciones.
Me entrego en manos de Dios Nuestro Señor, sometiéndome a su beneplácito a la vez que me entrego en manos del cirujano u operador, anhelando que el resultado de la operación sea aquel que redunda en mayor gloria de Dios, mayor bien de mi alma y mayor florecimiento de la Institución Presentacionista, por cuyo desarrollo y prosperidad tengo ofrecida mi vida, que ahora vuelvo a ofrecer.
Pido a Dios perdón, por medio de Jesús mi Redentor y María mi Corredentora, de todos los pecados de mi vida, de mis muchas imperfecciones, de los malos ejemplos dados, de los incumplimientos de mis deberes sacerdotales, ministeriales y pastorales, y por cuantas veces no haya sido la gloria divina la meta de mis aspiraciones.
Pido así mismo perdón a cuantos, advertida e inadvertidamente, hubiera podido ofender de palabra u obra, del mismo modo que de grado y de todo corazón otorgo mi perdón a alguien que quizá me hubiera ofendido y juzgue necesitarlo.
Suplico a todos, pero en especial a mis hijas espirituales en la Madre-Institución, que, por caridad, eleven oraciones y ofrezcan sufragios en beneficio de mi alma, la que sin duda estará muy necesitada de ellos; prometiendo que, si un día yo pudiera influir en algo, me mostraré agradecido e intercederé por la Institución y sus miembros, y por todos cuantos me hubieren auxiliado.
Me inspira grande esperanza el haber hecho el llamado Voto o Acto Heroico de Almas, y estoy santamente orgulloso de haber profesado la Santa Esclavitud Mariana.
A María, mi Reina, de nuevo me consagro como esclavo, y como a Madre amantísima me encomiendo, al igual que al Patriarca S. José y al Ángel Custodio, al Santo de mi nombre y Patronos del Bautismo, y juntamente a los Santos Patronos de la Institución Presentacionista.
¡Entrego mi espíritu en las manos omnipotentes del Señor mi creador, en las manos llagadas y amorosas de Jesús mi Redentor, en las manos purísimas y maternales de María Santísima mi Madre!
¡Viva Jesús! ¡Viva María!
Madrid 31 de marzo de 1967
ALEJANDRO MARÍA MORENO