En Briviesca…

"¡Oh María Presentada, Madre mía, mostrad que sois mi Madre!".

Niñez

El 21 de septiembre de 1899 nace en Briviesca (Burgos) Alejandro Moreno García. Fue el cuarto de cinco hijos del matrimonio formado por Froilán Moreno y Juana García. El 23 del mismo mes, con solo dos días de nacido fue bautizado, en la Parroquia de Santa María la Mayor en su pueblo natal, por don Antonio González Alonso. Se le puso por nombre Alejandro, y por abogados se le dio a San Mateo y San Pedro Apóstol.

Y crecía…

"En el horno encendido del Sagrario se templan los espíritus, se caldean las almas".

Adolescencia

Pasaban los años y el niño creció. Sus dos hermanos mayores se habían ordenado sacerdotes. Alejandro, superada un grave sarampión y tomada ya la primera comunión, le atrae la misma vocación. Ingresa en el Seminario San José, en Burgos en 1907, para cursar Latín y Humanidades. Cuatro años después (1911), pasa a la Universidad Pontificia de San Jerónimo de Burgos. Durante los años de seminarista, se distinguió por su aplicación en el estudio, obteniendo la calificación de “Meritissimus” en todas las asignaturas comprendidas en dichos años. Consiguió la Licenciatura en Sagrada Teología con notas sobresalientes, así como en Latín, Humanidades y Sagrada Escritura, en la misma Universidad.

El 17 de marzo de 1923 fue ordenado sacerdote en la Capilla del Palacio Arzobispal, de manos del Excmo. Sr. Obispo de Tricomia, D. Jaime Viladrich, Obispo auxiliar del Excmo. Cardenal D. Juan Benlloch. Por sus firmes muestras de vocación sacerdotal fue dispensado por no haber transcurrido el tiempo requerido entre las Sagradas Órdenes de Diácono y Presbítero. Ejerció su sacerdocio en las parroquias rurales del arzobispado de Burgos, como ecónomo de Quintanaélez y como párroco de Quintanabureba, cargo que desempeñó con celo e inteligencia ganándose el cariño y apoyo de sus superiores. En esta última le sorprende la Segunda República.

La República

"El amor se caldea con las astillas de la cruz".

Tiempos difíciles

La República suspende la dotación del clero, y los sacerdotes de Burgos tienen que emigrar en busca de un obispo que les dé trabajo. Alejandro emigra a Valencia, donde será capellán de las religiosas de la Pureza de María, en Alcácer. Era un sacerdote muy sencillo, de una prudencia no común. Su deseo de alcanzar las almas y anunciarles a Jesús era incansable, siempre en la brecha sin descanso, utilizando siempre la creatividad en su apostolado. Fundó en el Colegio el Patronato para jóvenes y otro para niños, donde recibían: catecismo, educación social, y formación. Era muy fervoroso, le gustaba celebrar con mucha unción la Eucaristía y confesar. Estando allí, le arrebata la contienda civil como a tantos sacerdotes.

El cura párroco de Alcácer, pensando que era prudente y siguiendo el consejo que le dan, decide abandonar temporalmente el pueblo para ver si, ausente él, se calman los ánimos. Poco después, el coadjutor, no creyéndose seguro, opta por ausentarse también. D. Alejandro se queda solo, es el único sacerdote que decide no dejar el pueblo por atender a los hermanos. Como la iglesia parroquial está cerrada, de ella se extraen secretamente los Santos Óleos y el Santísimo Sacramento y algunas cosas imprescindibles que trasladó a la capilla del colegio.

A partir de este momento la capilla del colegio queda convertida en iglesia parroquial; y el capellán del colegio en cura sustituto. Además de las misas y otros cultos parroquiales, se celebran matrimonios, funerales, bautizos. Se predica y se oyen confesiones, se da catecismo, y sigue funcionando el patronato, permanece ahí hasta el día 19 de julio de 1936, fecha en que se produce el alzamiento nacional.

La Guerra Civil fue un periodo peligroso para todo lo que oliera a Iglesia. Muchos laicos, sacerdotes y religiosas alcanzaron la palma del martirio.

Es detenido y preso el 27 enero de 1937. Declara sin miedos ni rodeos, se confiesa abiertamente como sacerdote católico y es conducido a la cárcel celular de Valencia, al viejo convento jerónimo de San Miguel de los Reyes. Allí permanecerá cautivo hasta que termina la guerra, el 1 de abril de 1939.

Cuando el P. Alejandro comienza su etapa en prisión, su hermana Luisa se encargará de hacerle llegar, en las visitas periódicas que le hacía, obleas y vino para la misa que celebraba en su celda siempre que podía a escondidas y en grave peligro. La Eucaristía le daba vigor y en ella recobraba nuevas fuerzas. Fuerzas que también recibían varios compañeros de celda o galería, que no eran sino buenas personas a las que la vida había situado en un lugar inadecuado y en un momento inoportuno. Y así, va pregonando y compartiendo prudentemente su fe entre los presos, haciendo las veces de capellán en un lugar que tanto lo necesitaba.

Ya llevaba nueve meses de cárcel, es otoño del 37, y se va formando alrededor del sacerdote un grupo de creyentes que hablan con él, que confiesan sus pecados con él, que participan en la comunión con él y que reciben sus consejos de orden espiritual y humano. Es por entonces cuando plantea en este grupo de prisioneros catequizados un “Mes de oración y penitencia en la cárcel”.

Acabada ésta, vuelve a Alcácer. Practica en las Doctrineras de Alaquás (Valencia) unos ejercicios espirituales que serán la clave de su vida futura. De ellos saca la profunda convicción de fundar las Hermanas Presentacionistas Parroquiales Adoradoras con el fin específico de dar solución al problema de las parroquias abandonadas en su culto, en su canto religioso, en sus ornamentos, en su limpieza, y ayudar a los sacerdotes en las diferentes Pastorales de la Parroquia así como en la formación de agentes de Pastoral.

Entrega sin límites…

"Salpicar o asperjar de Eucaristía todas las horas, minutos, y segundos del día".

Sacerdote a tiempo completo...

El día 9 de junio es nombrado Cura Ecónomo de la Parroquia de San Lucas Evangelista de Cheste (Valencia) en la que sobresale por su celo apostólico y nueva Evangelización.

Gana, por concurso, la parroquia de Cristo Rey, de Valencia, el año 1942. El 11 de mayo de 1943 comienza a caminar la Asociación que él había fundado: las Presentacionistas Parroquiales. Las primeras hermanas fueron cinco jóvenes, entre las que destaca María Alemany que sería, durante muchos años, Superiora General. Esta fue su gran Obra. Por eso, cuando Mons. Olaechea, el 9 de febrero de 1949, firma un decreto extinguiendo su familia religiosa, se lleva el trago más amargo de su vida. Más de año y medio pasó el P. Alejandro en forcejeos dialécticos con su prelado, en escribir cartas a todos los obispos de España y a personas conocidas que pudieran ayudarle. Al fin, la diócesis de Osma-Soria las acoge y les da ocupación en el Seminario diocesano.

El P. Alejandro ejerce como Profesor en el Seminario del Burgo de Osma, (Soria). Es nombrado por el Sr. Obispo D. Saturnino Montiel como Ecónomo de la Parroquia de las Casas (Soria) el 19 de septiembre de 1951, cargo que ejerce hasta el 16 de marzo de 1953, que fue nombrado por el mismo Sr. Obispo Párroco de la Parroquia de Nuestra Señora del Espino en Soria capital. Durante este tiempo también trabajó con los cursillistas como Consiliario, fundó la Acción Católica en Soria y la Adoración Nocturna.

El cielo a la vista

"Mi sacrificio sin el de Cristo no valdría nada, el de Cristo sin el mío estaría incompleto".

El Señor me llama...

La pesadilla ha terminado y, sin rencor, el P. Alejandro sigue empeñado en la tarea de mejorar, difundir y enriquecer su Obra. Abre casas en Burgo de Osma, en Soria, en Francia y Alemania. El 1963 comenzó en Albacete la construcción de la casa central de la Asociación cuya construcción tardó diez meses.

En la Navidad de 1966, cuando vuelve de visitar la casa de Hadamar (Alemania), se siente enfermo a causa de un cáncer que lo derribará pocos meses después. Aceptó en todo la voluntad de Dios, sólo sentía dejar el Instituto sin el pleno desarrollo. Llevó la enfermedad con una paciencia admirable, jamás se le oyó una queja, la única expresión que salía de su pecho era ¡Madre mía!

El sábado día 22 de julio de 1967 estando en la casa central de Albacete, se fue agravando paulatinamente, y a las 3 de la tarde, hora en que rezaba todos los días los Dolores de la Stma. Virgen, suavemente se lo llevó la Virgen a mejor vida. Tenía 67 años de edad y 44 de sacerdote. Sus restos mortales se enterraron en el cementerio de la ciudad de Albacete, en una parcela propiedad de la Asociación de Hermanas Presentacionistas Parroquiales Adoradoras; donde permanecieron hasta el año 2018, en que con ocasión del 75 aniversario del Instituto, sus restos fueron exhumados y reinhumados en un Monumento funerario construido en la Capilla de la Casa General en la misma ciudad de Albacete, con la bendición de parte del Sr. Obispo de la Diócesis de Albacete Mons. Ciriaco Benavente.

El P. Alejandro fue un gran predicador evangélico. No dejó sin usar ninguno de los medios de comunicación para anunciar el Evangelio, para predicar con oportunidad o sin ella a Jesús que es salvación y paz. También incursionó en prensa, porque fundó y dirigió «Praesentata», pequeña revista que difundía los tres ideales de su Obra; también publicó un crecido número de libritos y folletos de tema mariano o eucarístico. Destacan su «Catecismo de Cristo Rey», «Comunión o Comunismo», «Inmaculada», o «Zagalitas de Belén», entre otras de amena lectura.

Cuando predicaba, se notaba unción en sus palabras. Tanto en el púlpito como en homilías, ejercicios espirituales, retiros y horas santas, de cuya buena preparación queda constancia en sus manuscritos y notas esquemáticas, era instrumento claro del Espíritu Santo. En el confesionario y la dirección espiritual, en la conversación personal (donde brillaba su poder interior, su fuerza de persuasión) era sumamente delicado y pausado, sin apresurarse nunca tomar una decisión importante antes de llevar el asunto a la oración. Todas las hermanas que le conocieron y que convivieron con él coinciden en lo mismo: pasaba muchas horas de rodillas delante del Señor en el sagrario hasta altas horas de la noche.

Su vida entera fue como una llama ardiente, una consagración a esta tarea que le absorbía…