La obra máxima parroquial, al que reclama de parte de los párrocos y parroquianos mayor tiempo, empeño, ilusión cariño, es, indiscutiblemente, la obra de enseñar la Doctrina Cristiana. Esta es la más noble ocupación. La inversión del tiempo más acertada y provechosa. El mejor de los apostolados, parroquiales y no parroquiales. Esta debería de ser la principal ocupación de la Acción Católica. La acción preferida y favorita de la Acción Católica. La enseñanza e instrucción fue el encargo y mandato primordial de Jesucristo a sus apóstoles: “Enseñad a todas las gente” (Mat.28, 19).
En la catequesis se fundamente la Iglesia de Jesucristo; en ella estriba su conservación; de ella depende su florecimiento. Ardua tares es la enseñanza de la Doctrina Cristiana, que exige espíritu de sacrificio, constancia y tesón, pero gran tarea, necesaria tares, fructífera tarea. El triunfo más resonante y permanente de un Párroco será la organización de una Catequesis, la formación de un cuerpo de catequistas. La Catequesis, pero la Catequesis bien organizada, operaría la renovación de la Parroquia. Es voz de los Papas. Importa mucho en una Parroquia la organización y la manutención de la catequesis infantil, principio y fundamento de toda Catequesis e instrucción religiosa. Importa asimismo la Catequesis de Adultos, que se deberá hacer en las horas y circunstancias más oportunas. Importa la Homilética o explicación del evangelio. Todo importa y todo se ha de sostener con firmeza y celo.
Y si bien la instrucción religiosa tiene que ser ante todo oral (predicación), no hay que desdeñar la escrita valiéndose de toda clase de Prensa, por su gran eficacia, y porque merced a ella la doctrina de la Iglesia y las enseñanzas del Sacerdote llegan a determinados ambientes y personas que no oyen la voz de Dios, la divina palabra. Todo lo que sea Prensa católica: diarios, periódicos, revistas, hojas parroquiales, libros, folletos, etc., debe ser mirado con simpatía, apoyado, suscrito y difundido por los Párrocos y los parroquianos. ¡Tanto como cuesta la redacción de periódicos, revistas y libros, y que no tenga por muchos estima de los mismos! ¡Tanto como se escribe y se propaga la Prensa mala, y que los católicos no apreciemos ni auxiliemos a nuestra Prensa! Finalmente, en la instrucción religiosa es deber el emplear los medios de propagación de la verdad que los modernos progresos nos brindan, como son la radio, el cine y la televisión.
Padre Alejandro María.