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¡Salve, Parroquial! ¡Célula de la Iglesia!; ¡Salve! Parroquia: dulce remembranza. Parroquia: miel virgen y sabrosa al paladar. En ti vida verdadera, luz indefectible, amor cumplido, remanso de paz. En ti agua cristalina, pan y maná y vino que engendra vírgenes. En ti fecundidad espiritual de una prole exúbera, regenerada por el agua; y legión innúmera de fornidos caminantes que comieron en tu mesa, y se proveyeron de tus viáticos para el camino. En ti candela encendida sobre el candelabro para que caminen sin peligro los que te siguen. En ti amor cumplido, Madre Parroquia, y, pues eres Esposa del que tiene palabras de vida eterna, en ti vida eterna. En ti empuje arrollador, estupendo crecimiento, que no estás sujeta a la ley de la caducidad. En ti bosques de laureles para conocer a tus héroes. Contra ti el ejército del mal que todo lo invade; y tú, ecuánime, dando ejemplo de serenidad, y de valentía indoblegable, con quien tiene sus bases enraizadas en la roca.

Tu invencible, Madre; tienes promesa infalible de tu Esposo. Tú siempre en lozanía y juventud perenne. En ti el rojo de tus mártires, el verde pentecostal de tu esperanza, el azul de tus inmaculadas, el oro de tus cosechas en sazón, y de tus otoños de sementera. En ti el oro armiño de la papal bandera, y el morado de tus Viernes Santos, y el negro de los muertos, y el blanco, como cifra y compendio, suma y resumen de todos los colores. Tienes tantas cosas, Madre, que llevar… y sin embargo de tanto peso, caminas joven y sin pesadumbre ni arrugas en tu rostro, como una doncella en vísperas de su enlace.

En ti Madre admirable, alegría no gustada por los que caminan a tus espaldas. En ti hontanar y venero inexhaurible de néctar alimenticio. En ti familia de vida célica. En ti Esposo y Esposa unidos en místico epitalamio: la congregación de los cristianos que tienen por cabeza al Padre Santo.  En tu seno, Madre, me vistieron por primera vez de blanco: Bautismo. Y me dieron el simbólico espaldarazo: Confirmación. Y me lavaron la roña, y me limpiaron el lodo con que yo mismo me había manchado al pasar incautamente por los charcos de la calle: Confesión. En ti, vestido también de blanco, comí el pan que da energía: Primera Comunión. En ti calor espiritual de enamorados: eres familia. En ti emporio de deleites no sospechados: eres paraíso.

En ti mi ideal, mi porvenir. En ti mis secretos filiales y mis tiernas confidencias. En ti mi fe: fe ciega y racional. En ti mi esperanza: no seré confundido. En ti mi amor: amor que engendra vida eterna. Parroquia, célula de la Iglesia ¡salve!- ¡Salve, Madre! ¡Salve, Esposa! ¡Salve! ¡Salve! ¡Salve!

Padre Alejandro María.